En la cueva (2ª parte)

on 17 septiembre, 2014
in Fotos, Natura
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En la cueva  (2ª parte)

Y como lo prometido es deuda, aquí esta la 2ª parte. Sí te acuerda lo dejamos así:

«La calma de aquel entorno ha calado en nosotros y lo sabemos».

En la cueva (2ª parte)

Estoy de vuelta en casa y me acuesto temprano para recoger el día.
Y es estando ya en la cama, es al cerrar los ojos cuando vuelven a mi todas aquellas imágenes que han impregnado mis sentidos. Y por supuesto me detengo de nuevo en aquella cueva, y es al revivirlo cuando observo que se produce en mi un extraño paralelismo: al entrar en aquella cavidad oscura es como haber entrado en otra oscuridad mucho menos sólida, físicamente hablando, pero no menos oculta, incluso de vez en cuando más imperceptible y sutil, que es la mía propia, entrar en mis miedos, temores y desazón…..
De alguna manera entrar en aquella cavidad a representado algo parecido a entrar en un útero materno, que nos acoge primero para darnos vida y forma, y nos lanza a la Vida luego, para enviarnos a la luz de la existencia, una existencia llena de colores, formas y sensaciones…….de sentimientos.

Entrar en aquel útero de Pacha Mama, entrar en aquella oscuridad es por otro lado entrar de otra manera en mi propia oscuridad. El reto era también apaciguar a mi amiga ansiedad para poder entrar en aquel secreto, misterioso y desconocido, era apaciguar mis temores para entrar en mi propio misterio para conocerlo y apreciarlo. Quererlo. Si quererlo porque a fin de cuentas también es mío. Solo Mío. Pero al atreverme descubro también la belleza que allí se está creando en aquel cálido silencio.
Porque cuando quiero a mis miedos estos disminuyen y yo crezco y me empodero. Y descubro bellezas nuevas que antes no sabía.
En esta ocasión no voy a la caverna a esconderme, como en tantas ocasiones, sino que consciente de lo que hago me introduzco a conciencia para reconocer lo que allí me espera, y me estaba esperando desde que se yo cuánto hacía.

Atreverme a superar aquel miedo irracional a la oscuridad, o lo irracional de mi creencia sobre ella, para descubrir que con una pequeña luz en la mano, o prefiero decir en el corazón, me permito conocer mejor la misteriosa y grata energía de aquel interior, las maravillas que aguardan en aquel resguardado silencio. O las heridas que quedan por sanar. Descubro los colores que aguardan en la sombra tan solo con enfocarlos con aquella pequeña Luz, a la encendida Luz de la conciencia.

Redescubro, tal y como muestra el interior de la cavidad, el trabajo interno y callado que se produce donde no alcanza la simple visión de los ojos físicos: como aquella herida producida en lo que parecía una sólida pared, una vez desmoronada, necesita también del agua purificadora, que mansamente y con ternura, va limpiando la herida, va limpiando el dolor. Así gota a gota, lágrima tras lágrima, cerrando cicatrices. En el interior anonimato personal aquella agua sanadora después de limpiar la herida, sea cual fuere, irá recubriendo sus paredes con un bello manto blanco que la refuerza y que llenará de belleza el rincón, y donde antes hubo un desgarro ahora hay un altar natural, firme y poderoso, hermoso y suave.

La cueva tan solo permite la entrada a una sola persona cada vez. Así que cada vez que entro vuelvo estar solo en ese mágico útero materno, en esa oscuridad personal, vuelvo a estar conmigo mismo en mi propia oscuridad, en mi sombra, para conocerla, para conocerme, y reconocerme, en mi sombra ancestral y nutridora.

Pero cuan a menudo tenemos alguien al lado que nos presta esa pequeña luz necesaria para atrevernos a dar otro paso. Alguien que nos quiere y con su pequeña Luz nos tiende una mano que nos anima y apoya en nuestra progreso, en nuestro camino.
Y avanzar.
Es a estas personas a las que quiero agradecer desde lo más profundo del Corazón, y a la luz del mismo, esta valiosa, entrañable y siempre acogedora compañía. Tenéis vuestro espacio a salvo allí donde reside en mí la Fuente de mí Amor.

Y para ir acabando concluyo aquí mi pequeño relato. Aquel día finalizo entre agradables sueños en mágicos entornos que ignoro ahora sí eran reales o se mezclaban con mi fantasía, y que con sinceridad ya me da igual.
Aquella cueva, con todo lo que me aporto, con la belleza que me mostró que se puede esconder en la sombra, la propia o la de la montaña, era/es un recodo del camino. Un camino largo y exuberante como la vida misma si nos paramos a verla con la intensidad que encontré allí dentro, y que brota con mansedumbre hacia el exterior. Dentro de la cueva……..o de mi mismo……que mas da, al final todo confluye y desemboca en el mismo lugar.

Es más real la vida que el sueño? O soy tan solo un sueño de una realidad mayor que no concibo?

Ya me estoy poniendo otra vez filosófico. Mejor lo dejo aquí.
Siempre es una alegría mantener un contacto sano y lúdico con la Naturaleza, con su magia y misterio, con la energía y vibración que nos aporta, con o sin lecciones. Si ademas aprendo a compartirlo, ¿que más puedo pedir?. Es la vida en efervescencia.

Te dejo con ella y con un cordial y cálido abrazo desde Gea.
Joan

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