Versos del TAO (30)
El Maestro hace su tarea
y después se detiene.
Comprende que siempre el universo
escapa a todo control
y que intentar dominar los eventos
es ir a contracorriente del Tao.
Puesto que cree en sí mismo,
No intenta convencer a nadie.
Puesto que está contento consigo mismo,
no necesita la aprobación de otros.
Puesto que se acepta a sí mismo,
el mundo entero lo acepta.
Siempre he encontrado una gran belleza en algunos versos del Tao,
y digo algunos consciente de que estoy siendo parcial.
Todos poseen esa gran belleza. Todos encierran un misterio, una magia.
Misterio como enseñanza para realizar una alquimia interior.
Magia para descubrir el fluir con la vida, a través de la naturaleza.
Una sutil y cálida aproximación a la esencia de la naturaleza.
Una profunda inspiración, poética y certera a la vez.
Algunos se me aparecen claros y transparentes, diáfanos como la Luz.
Otros los veo enigmáticos y poderosos, entrar en la sombra para desvelarla.
Este verso me recuerda lo que para mí supone la Maestría de la vida:
realizar nuestras acciones conscientes de lo que somos y hacemos,
y mientras vemos como el universo se escapa a todo intento de control,
también nos muestra con sutileza que aceptarse uno mismo
es el principio para permitir que el universo te acepte y fluir con la naturaleza.
Ya paso el tiempo de los argumentos retóricos y de las justificaciones,
Se es cuando se siente uno mismo y el entorno evoluciona en esa dirección.
A través de la alquimia interior, se sintoniza con el universo.
Tener la íntima satisfacción de alegrarse de los propios logros sin buscar
reconocimiento exterior que lo confirme o aplauda.
Conciliarse interiormente, sentirse en lo natural del ser. Observar.
La vida se desliza con suavidad en la naturaleza del Tao.
El Maestro se detiene a observar la tarea realizada.
El maestro, la observación, lo observado, el Tao….un camino !!!!
