En la cueva
Pasé en diferentes ocasiones por delante de la cueva, el camino que transcurre enfrente y que sigue más allá es de agradable recorrido, verde, húmedo, exuberante a veces, tanto como apacible y sereno. Lejos quedan los ruidos y las prisas, tan sólo oigo el rumor del riachuelo, algunos pájaros y el arrullo del viento entre las hojas. Los arboles altos, majestuosos, guardianes silenciosos del mágico rincón. Las aguas cristalinas.
Sólo, o en buena compañía, siempre me resulta entrañable volver a este sendero que invita al recogimiento interior y a llenarme con su energía, y a la vez a una gran apertura de los sentidos para redescubrir nuevos y acogedores misterios con la que nos obsequia la naturaleza, donde cada estación tiene sus propios registros y todos te aportan algo necesario. Sensaciones…..vivencias!!!
La cueva es pequeña, quizás podría llamarla cuevita. La conocía de hace tiempo y la observaba con admiración y respeto, y ella se mostraba con cierto aire de misterio. Nace de allí un pequeño caudal de agua limpia que desciende a través de suaves peldaños de piedra y musgo y se pierde unos metros más allá entre matorrales, nutriendo a su vez todo el recorrido, dándole vida y color.
La cueva siempre estuvo abierta. Su interior oscuro, desde fuera, es poco profundo, tan sólo lo suficiente para mantener el misterio, esa magia que la envuelve y proyecta a su alrededor. La entrada es estrecha y alta, lo bastante alta como para acoger una persona de pie.
Pero en esta ocasión ocurrió algo curioso, diferente. Era una especie de reclamo, o ?…..no se…..?…. de invitación…!?!
¿Una invitación……..???
Estaba a punto de entrar en aquel misterio. En ese misterio al que no siempre tenemos acceso, o que nos parece inaccesible !!!, pero que en esta ocasión todo se confabulo para que fuera distinto.
Una persona muy querida me ofreció una pequeña luz para intentarlo. Me vio ilusionado y me ofreció esa luz para que me probara y viera por mí mismo, y así lo hice, me introduje en la oscuridad de ese misterio, del pequeño enigma. Una pequeña luz. Así es, a veces un poco de luz es suficiente para avanzar muchos caminos que nos parecían inciertos, y nos da la confianza necesaria para hacer lo que no creímos poder.
Y allí estaba en el interior de aquella, para mí, enigmática cavidad. El pulso se acelera, los sentidos atentos, las pupilas se dilatan con la oscuridad. Y la ansiedad hace acto de presencia, y empieza a desplegar sus negras alas. Mi dichosa, antigua y querida ansiedad venia también conmigo. Me aguarda a veces, y con cariño tal vez, para sorprenderme en las oscuridades nuevas, bueno en las nuevas y en algunas de las antiguas también. Caray con la amiga !!!, siempre al acecho, siempre tan atenta.
El interior de la cueva es oscuro, silencioso, algo húmedo. Las voces quedan cada vez más lejos hasta dejar de oírse. Tan sólo el tenue murmullo del agua que brota sin cesar, mansamente hacia el exterior. Aquel silencio me acoge con serenidad. Se va calmando mi respiración. Percibo y observo que las rugosidades húmedas de las paredes adquieren otro tacto. Inusual a la vista………
Y enciendo la pequeña luz!!!
Empiezo a moverme lentamente hacia su interior. La luz de fuera va disminuyendo a medida que me adentro, y en la misma proporción que disminuye luz exterior aumentan la inquietud y la ansiedad en mi interior…….. Buuffff ¡?!?!?.
Solo el rumor del agua me vuelve a ofrecer algo de tranquilidad. El rumor del agua y………la pequeña luz.
Una pequeña luz con la que puedo ir enfocando las paredes de la cueva: sus rugosidades, sus piedras, los pliegues del interior de la tierra, el suave y continuo goteo del agua en diferentes oquedades. O el suave y cristalino discurrir del agua por mis pies hacia la luz.
Cuando miro hacia atrás, por donde se desliza el agua mansamente hacia el exterior, me doy cuenta de que aquella entrada desde dentro parece más pequeña!…, más estrecha…?, se estará cerrando??……, acaso encoge???…….. y sí se desprende una piedra……??????………y sí………..???????
Mi vieja amiga agita mis miedos…….y…..caray que lo hace bien!!!
Me agarro a la linterna, mi pequeña luz, y sostengo la respiración….
O es al revés…..agarro la respiración y sostengo la linterna….????
Joder qué más da. Para ya, ya está bien. Respira….tan sólo respira…
…………………………………y…..respiro………………………………………………….
y respiro suavemente, suave y profundamente: conecto de nuevo con mi respiración. Si, mi querida y siempre salvadora respiración.
Conecto de nuevo con mi respiración mientras sostengo la luz que me orienta. Vuelvo a escuchar el murmullo del agua, la serenidad me envuelve, me acoge de nuevo, el tiempo parece evaporarse, el espacio…inmenso!? Estoy presente, presente y plenamente consciente de aquella cavidad que me acoge en silencio y me calma con el tenue discurrir del agua por mis pies, que refresca y tonifica todo mi ser…….Calma.
Había empezado a descubrir la cavidad……., y sigo.
La pequeña luz me permite ir enfocando los distintos rincones de aquella pequeña e inmensa cavidad………, y la observo. Si la observo con detenimiento y cariño por todo lo que me va mostrando. Sus secretos escondidos, su humilde trabajo interior.
Piedra, agua y tiempo para trabajar, con tranquilidad sin descanso.
Las formaciones de piedra. Unas paredes con retazos de un verde esmeralda o un blanco terso y brillante, marrones vistosos, ocres y gamas de grises, colores violáceos……sinfonía de tonalidades. Muros llenos de formas asombrosas, ahora lisas y tersas, y ahora con suaves y admirables ondulaciones modeladas con paciencia por el agua. Pequeñas hendiduras en las paredes, como laceraciones, cual heridas interiores de la tierra que el agua cristalina se esfuerza en reparar, con su goteo continuo y calmante, lavando cada rincón y cubriéndolo de un blanco reparador y que cristaliza y embellece con el tiempo, mostrando bello lo que fue dolor.
Las calcificaciones mágicas del agua crean, en su goteo incesante, otras tantas formas caprichosas: blancas columnas marmóreas, paredes finamente satinadas, esferas, cavidades y lágrimas perennes que perduran a través de las edades, pequeñas ubres en el cielo de la cueva que nutren sin cesar la pequeña corriente que corre entre sus paredes hacia la luz, hacia un destino más amplio y nutridor para su entorno. La sonrisa escondida de la tierra.
La magia de la naturaleza nos transmite tantas sensaciones!!!
Pero es tiempo de ir acabando, y salgo por fin como el agua fresca de este manantial hacia el exterior, hacia la luz, la cálida luz del atardecer.
Retomo el camino, que por un rato olvide, con mis entrañables acompañantes, que con paciencia aguardaron mi experiencia.
Sigo el verde recorrido por el que discurre el otro riachuelo, que se acopla con cuidado al que nace de la cueva, y siguen juntos por el mismo cauce. Nutriendo la tierra alrededor. Compartiendo destino.
Todo sigue igual, pero todo es distinto ahora: el agua es más cristalina, los verdes más intensos, los olores más fragantes. La naturaleza transmite sensaciones mucho más intensas o quizás son mis sentidos los que perciben las sensaciones con mayor intensidad, la energía del lugar ha modificado las impresiones que me llegan desde fuera. El color, la luz……la vibración!!!
Todo está igual y todo es distinto. Yo estoy distinto. Mis percepciones están más abiertas, mis sentidos a flor de piel. El camino que queda se hace más intenso o yo lo percibo así. Recorro el resto del camino a través del pequeño cauce con los pies en el agua, como queriendo alargar la sutileza del instante, en un bello atardecer compartido a la luz de aquella experiencia, gozando de cada rincón del mágico sendero.
Después de hora y media de sereno y alegre recorrido nos despedimos de aquel entorno agradeciendo al Deva del lugar y al resto de elementales que cuidan de él, el habernos permitido gozar en paz y armonía de aquel sagrado espacio. Hemos cargado energía para unos cuantos días. Y nos prometemos volver, sí lo desean.
La calma de aquel entorno ha calado en nosotros y lo sabemos.
(Aaahhhh!!!, lo siento pero esto no ha acabado
en un par de días tienes el final del articulo.
Te apetece??………Te espero!!!…….)